
Estamos en el inicio de una nueva década, una década que ha arrancado con uno de los mayores desafíos que hemos afrontado como sociedad y cuyo impacto se ha notado en todos los rincones del planeta provocado por la pandemia y la situación sanitaria de la Covid-19.
Algunos de sus efectos seguirán siendo visibles en los próximos años, sobre todo porque el impacto no se ha repartido de manera equitativa. Tenemos una oportunidad única para no limitarnos a reconstruir, sino construir mejor, no volver a la “normalidad” sino sentar las bases de unas sociedades más justas, sostenibles y resilientes.
Si algo podemos aprender de la pandemia y la situación, económica y social que ha planteado es que; los retos globales exigen soluciones globales.
🌍 La Agenda 2030 y la crisis climática
Un escenario similar es el que nos plantea la crisis climática y le necesidad de definir cómo es la sociedad que queremos construir. Esa definición ha quedado recogida en la Agenda 2030 y el planteamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
A diferencia de programas anteriores, como los Objetivos del Milenio, en este caso para cada uno de los 17 ODS, hay fijadas metas concretas, asociadas a indicadores, que permiten establecer no sólo el cumplimiento, sino también el seguimiento y evaluación de las medidas apostando por la mejora continua.
Además, se trata de la primera vez que las responsabilidades recaen en gobiernos y administraciones, empresas y personas. Por lo tanto, el principal mensaje que se envía con respecto a la operatividad de la Agenda 2030 es que, si el reto es compartido, la responsabilidad también.
🤝 El Green New Deal
El compromiso adoptado ya está definiendo un nuevo escenario que cristaliza en iniciativas como el Green New Deal, el Pacto Verde Europeo, los planes de Recuperación Sostenible y la implantación en las administraciones nacionales y regionales de criterios de Green Budgeting en la adjudicación y licitación de contratos y proyectos.
Todas estas iniciativas favorecen la movilización de fondos que faciliten una transición en los modelos productivos hacia economías bajas en carbono, y cada vez son más las grandes empresas que toman nota e integran los ODS en sus planes de Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa.
📑 Agenda 2030 y su impacto en los mercados financieros
Los mercados financieros también son una prueba de esta tendencia.
Desde el año 2008 hasta el 2020 el número de Fondos de Inversión Responsable ha crecido exponencialmente en todo el mundo.
Durante el año 2020 los Fondos Responsables, gestionados en base a criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno), fueron los que experimentaron un mayor crecimiento, tanto en número de fondos como en activos gestionados y, además, son los que mejor se han recuperado de las caídas del mercado provocadas por la crisis de la Covid-19.
También sigue en alza la Inversión de Impacto, apostando por nuevos proyectos y Startups cuya misión y visión pasa por contribuir a los grandes retos relacionados con las desigualdades sociales y los problemas medioambientales.
🏢 Fenómeno Greenwashing
Sin embargo, debemos mantenernos alerta ante el fenómeno del Greenwashing. La apuesta por la sostenibilidad de las empresas no puede ser nunca una medida estética destinada a posicionarse en los mercados y atraer a potenciales clientes y personas usuarias preocupadas por la conservación del medio ambiente.
Es necesario un cambio de mentalidad, necesitamos empresas (especialmente pequeñas y medianas empresas), que no entiendan la sostenibilidad como un añadido a su actividad, sino que esté integrada en su core business, en su razón de ser, en su propia naturaleza.
Necesitamos empresas cuyo compromiso se base en la creencia de que las cosas se pueden y se deben hacer mejor, donde no sólo importa “qué” se hace, sino también “cómo” se hace.
Empresas que entiendan que el consumo responsable empieza por la producción responsable, que apuestan por generar redes de alianzas con productores locales, que se centren en las cadenas de distribución cortas, que busquen maximizar su eficiencia en el uso y consumo de recursos y energía, que se preocupen por minimizar las emisiones de CO2 derivadas de su actividad, que apuesten por la economía circular, que pongan la tecnología al servicio de las personas y el planeta y que definan sus beneficios no sólo en términos económicos, sino también en base a criterios medioambientales y sociales.
La apuesta por la sostenibilidad no es un sprint; es una maratón, una carrera de fondo. El tamaño y la urgencia de los retos que nos esperan no puede paralizarnos.
Es el momento de comenzar dando el primer paso y de entender que es un camino que debemos recorrer juntos, con ambición, pero de manera realista, estableciendo objetivos concretos sobre los que establecer los cimientos de un proceso de transformación para que las empresas que queremos sean parte del futuro que deseamos.
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